domingo, febrero 26, 2006

Bosque en el Ensueño

Árboles altos de altas copas, pocas hierbas en el suelo. Rayos de sol apenas filtrado, rojos troncos, hojas doradas de otoño.

Ardillas ocultas en los huecos de los árboles, y familias de ellas donde un árbol fue quebrado por los rayos. La tierra es negra y buena, musgosa y húmeda. Huele como poco después de la tormenta.

Pasearse por allí es como recorrer la nave de una catedral perfecta, con el juego de las luces del sol entre las hojas como vitrales otoñales respresentando escenas sublimes. Las columnas de árboles se suceden sin orden, pero a través de ellas se puede apreciar el infinito y la cercanía. Es como una cárcel de barrotes difusos, una sala que al mismo tiempo no está cerrada y está cerrada definitivamente.

Hay colinas, cursos de agua, colinas: el bosque esta lleno de matices. Ved cada ángulo distinto, los juegos de luces y las zonas sombrías, los colores puros de la espesura.

He descubierto senderos que recorro cada vez que mi alma busca el reposo de su profunda belleza. Rincones que merecen ser descubiertos, develados a los ojos de un corazón reposado.
Y a veces los recorro con mi dama, contemplando en silencio el prodigio de la belleza límpida y profunda del bosque, de la vida silenciosa y persistente. Dejamos suaves huellas de nuestros pies descalzos, y me maravillo de verla a mi lado, hermosa sobre el bosque atardecido y otoñal.


¡Oh, dama mía, busquemos refugio en un dulce lecho de hojas otoñales, que se empapen de nuestra sangre cuando nos herimos de amor! Que crezca a nuestro alrededor tu jardín de rosas rojas, sea el santo altar de nuestro divino amor.
Recorro el bosque evocando tu recuerdo... ¡qué hermoso es este bosque, que hermoso es tu recuerdo! Cada árbol guarda memoria de tus manos al cuidarlo, al plantarlo y al amarlo. Cada ardilla canta por tí su canción. Este es tu puro reino, tu cuidado sueño, crecido por tu gracia y regado por tu corazón.
Entraré en él a dejar allí mi sangre, a sembrar en su seno mis sueños más bellos, los únicos dignos de tí, o de tu jardín, donde, maravillosa, me has dejado entrar.

1 Comments:

Blogger Natasha said...

Sí,has logrado que yo te permitiera morar en mi bosque,y que entres a mi jardín tanto como quieras.Ten por seguro que el otoño aquí es eterno,y que nuestro sol aquí es tan oscuro como mis sueños.
Puedes reposar tu corazón entre mis rosas,sus espinas curaran tus heridas.Yo soy una rosa...Te amo.

Mmmm...perdón,no puedo evitarlo,pero el imaginarme a una pequeña ardilla cantando me provoca risa y ternura!:P...Mientras no se parezca a un hamtaro^^ y no termine atravezada por una daga...se me fue la ternura :O.

11:17 p.m.  

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