jueves, abril 20, 2006

Luces de mercurio

Oh, misteriosas luces de la noche...

Entre las lámparas de mercurio, cuando sus auras quedan atrapadas por las hojas de los árboles, crecen y se extinguen en una sola noche cientos de espíritus danzarines. Son esos los destellos de las hojas envolviendo los faroles, espíritus hijos de los que antaño se dispersaban alrededor de las fogatas, ahuyendando a las fieras con sus risas y anunciando la dicha de los hombres que allí reían, o de los padres que contaban a sus hijos las historias, o de los amantes que se posaban a su lumbre. Herederos de hermosos recuerdos, siguen la fábula alrededor de las hojas estos duendecillos, sembrandolas de misterio y encanto. Su sol es de mercurio, ya no un auténtico sol, sino un heredero de él, un reflejo de su fulgor. Su nacer y morir es por eso entonces un milagro de esperanza.

Algún día nos reuniremos otra vez frente al fogón, y danzarán de gozo en chispas asombrosas que harán empalidecer a los más caros fuegos de artificio, y nos acariciarán con su danza, y seremos chispas iluminadas por su refulgir como luciernagas de la piel y del follaje.