sábado, abril 08, 2006

Poema XXXI - Umbra telúrica - Torrente

En la pendiente
entre dos robles
rojos del bosque
está latente
el cauce d un arroyo
antaño apagado
aún ausente
siempre deseado
y ahora rojo

Del altar en la cima
cae sangre del ritual
clamamos a los dioses
con un arroyo brutal
que cierren la herida
y oigan nuestras voces

¡Deseamos agua, otra vez
al arroyo que dé
cristal de frescor
y matas a florecer!

Arroyo apagado
cuyo cauce ensangrentamos
y mientras dura la agonía
bajamos y besamos
la sangre en su caída.

Cada uno de nosotros
ha puesto su cuchillo
ha dado algo de sus venas
volcadas sobre la piedra
que en un canal de metal
ha vuelto a la tierra.

Y ahora bajamos todos
unidos observando
la pendiente, acariciando
los oscuros amuletos.

Llevamos en nuestras cabezas
astas de ciervos jóvenes
Plumas de cuervo en las bolsas
arrojamos por doquier
y algún númen sediento
bebiendo el carmesí
apagará nuestra sed.

Nuestra sangre en el canal
se aclara nuevamente
se vuelve fluída y baja
como un impulso del mar
por olas que son latidos
como de un corazón antiguo
de sangre pura y locuaz.

Las heridas se restañan
y nos sentimos completos
¡Oh luz en nuestros sueños
que te vuelves realidad!
¡Bebamos de esta fuente
que nos sirve eternidad!

Poesía pagana. Es casi contradictorio, voy a tener que aprender los idiomas paganos y componerla en ellos y con aliteración, porque la rima es una cosa de las lenguas latinas.
También quería aclarar que el título es Torrente y que Umbra telúrica es una especie de aclaración que significa que la poesía no pertenece al reino de la materia sino al reino de la fantasía telúrica, que son metáforas ancestrales. Todos son Realidad, eso sí.