martes, febrero 28, 2006

Poema XXVIIII - Voz

Tentadora... ¡ven a mi!
No veo el pecado de tu seducción
no veo nada en la niebla de perdición
solo quiero tenerte aquí.

¿Qué puedes tú buscar en mi?
¿Qué puedo tener yo débil
yo angustiado, sucio, desahuciado
que te pueda dar a ti?

"¡Corre, corre, huye de mi!
Soy el peligro que has temido
toda tu vida, herido
de terror a evocarme algún día.
Aquí he llegado, a hacerte compañía
a destruir el resto de tu vida."


¿Qué dices? ¿De qué hablas?
¿Qué es este vacío que me invade?
¿Por qué este remolino que me deshace?
¿Qué ha sido de mis bellas alas?

"Te lo he dicho, ¡huye!
Soy la voz maldita de tu alma
torturo, asesino, cruel y desgraciada.
Voz que todo lo destruye."


¡No entiendo, no oigo!
Yo te quería aquí a mi lado
te quería aquí abrazado
quería vivir con tus voz
¡no morir bajo tu hoz!
No me siegues, no soy siembra
no soy tu sacrificio
ni habito en tu tierra.
¡Acaba ya este suplicio!

¡Ven, no me abandones!
No entiendo nada, nada veo
lloro y solo vacío siento
No lloro y sé que estoy muerto...

domingo, febrero 26, 2006

Bosque en el Ensueño

Árboles altos de altas copas, pocas hierbas en el suelo. Rayos de sol apenas filtrado, rojos troncos, hojas doradas de otoño.

Ardillas ocultas en los huecos de los árboles, y familias de ellas donde un árbol fue quebrado por los rayos. La tierra es negra y buena, musgosa y húmeda. Huele como poco después de la tormenta.

Pasearse por allí es como recorrer la nave de una catedral perfecta, con el juego de las luces del sol entre las hojas como vitrales otoñales respresentando escenas sublimes. Las columnas de árboles se suceden sin orden, pero a través de ellas se puede apreciar el infinito y la cercanía. Es como una cárcel de barrotes difusos, una sala que al mismo tiempo no está cerrada y está cerrada definitivamente.

Hay colinas, cursos de agua, colinas: el bosque esta lleno de matices. Ved cada ángulo distinto, los juegos de luces y las zonas sombrías, los colores puros de la espesura.

He descubierto senderos que recorro cada vez que mi alma busca el reposo de su profunda belleza. Rincones que merecen ser descubiertos, develados a los ojos de un corazón reposado.
Y a veces los recorro con mi dama, contemplando en silencio el prodigio de la belleza límpida y profunda del bosque, de la vida silenciosa y persistente. Dejamos suaves huellas de nuestros pies descalzos, y me maravillo de verla a mi lado, hermosa sobre el bosque atardecido y otoñal.


¡Oh, dama mía, busquemos refugio en un dulce lecho de hojas otoñales, que se empapen de nuestra sangre cuando nos herimos de amor! Que crezca a nuestro alrededor tu jardín de rosas rojas, sea el santo altar de nuestro divino amor.
Recorro el bosque evocando tu recuerdo... ¡qué hermoso es este bosque, que hermoso es tu recuerdo! Cada árbol guarda memoria de tus manos al cuidarlo, al plantarlo y al amarlo. Cada ardilla canta por tí su canción. Este es tu puro reino, tu cuidado sueño, crecido por tu gracia y regado por tu corazón.
Entraré en él a dejar allí mi sangre, a sembrar en su seno mis sueños más bellos, los únicos dignos de tí, o de tu jardín, donde, maravillosa, me has dejado entrar.

viernes, febrero 24, 2006

In the Raven's Cave

"Open the door... they're just locked in."

Plumas y alas negras como el carbón brotan de la caverna donde intentaba entrar. Hay pilares de piedras, montañas de minerales, estalactitas de feldespato y mica: grutas de granito.
Los cuervos cavernosos, cegadores sin ojos, víctimas de una profundidad infame. ¿Hacen noche o son de ella vástagos, brotes?

Arrancan las espigas cultivadas con amor, arrancan la sangre del sembrador. Yo entro igual, pues este es mi lugar: este es mi destierro, entre los cegadores, en la perpetua oscuridad en que mis ojos serán vanos, vanidad de luces lejanas.
Soles sepultados tras una ruda roca que sella adentro la maldad, y protege los valles del peligroso más allá, del inestable mar.

¿Soy un espántapájaros, un muñeco de estopa, aserrín y paño? Es que los cuervos se posan en mis alas, y no hacen daño a mis brazos con sus garras, ni prueban en mi piel la punta de sus picos. Me acompañan, guías siniestros, por su secreta caverna, y salimos al aire de la noche sempiterna. Y me ven alejarme más allá, hacia levante, donde el sol silencioso empieza a asomarse. Y verán mi estampa caminando, extraño engendro con cuervos en los brazos, eterno muerto de cuencas llenas.

Nunca sabrán qué es lo que encontré entrando en la Cueva del Cuervo. Las miles de maravillas me las mantengo en secreto, en silencio...

¡Adios! Marcho hacia el aura, hacia la limpia luz que anuncia ahora el amanecer.

miércoles, febrero 01, 2006

Poema XXVIII

Iré a abrazarte, y me quedaré prendido
sabré si me quieres, sabré si estoy solo
y si en tus brazos, débil, lloro
ten piedad del niño herido.

Aunque parezca mentira esta poesía es muy vieja, pero recién ahora se me ocurrió pasarla... será que en ese momento no me parecía aceptable.